INTRODUCCION A LA ANTROPOLOGIA FORENSE
ANALISIS E IDENTIFICACION DE RESTOS OSEOS HUMANOS

JOSE VICENTE RODRIGUEZ CUENCA, Ph.D.
Departamento de Antropología
Universidad Nacional de Colombia
Santafé de Bogotá, 1994
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4. La reconstrucción tridimensional (plástica)

Inicialmente se elaboran copias fidedignas del cráneo ya sea en yeso o en otro material consistente. El cráneo se ubica con el rostro hacia arriba, sostenido sobre una mesa por barras de arcilla para conservar su equilibrio. Posteriormente, se erige una plataforma horizontal alrededor del ejemplar mediante tiras de arcilla de aproximadamente 4 cm de ancho por 1 cm de espesor; ésta debe pasar por puntos cefalométricos que no conformen superficies retenedoras e impidan despegar el alginato o el yeso (mitad de la bóveda cráneal, arco cigomático, desciende por la rama ascendente de la mandíbula y desemboca en el gnathion).

Previamente en el cráneo se han taponado sus agujeros y cavidades (occipital, piriforme, mandíbula, meato auditivo, cavidad esfenoidal) y se han insertado ojos de yeso o plástico en las cavidades oculares. La primera mitad se cubre de alginato, posteriormente de yeso reforzado con gasa con el fin de conformar un soporte para el primero. Cuando el yeso ha fraguado se voltea el objeto, se sostiene con barras de arcilla y se procede a repetir la operación. Una vez seco el yeso se extrae cuidadosa-mente el cráneo y se pasa a elaborar sobre este molde en alginato el respectivo vaciado cuidando de evitar burbujas mediante la aplicación inicial de yeso líquido; primero se rellena una mitad, posteriormente la otra, finalmente se rellena completamente la porción más hueca, se unen ambas partes, se amarran fuertemente y se agita el cuerpo mediante movimientos rotatorios alrededor de la línea de unión. Cuando fragua el yeso se retoca el vaciado y se marcan los puntos de localización de los tubérculos orbitales, el tercio superior de la cresta lagrimal posterior y la altura de la cresta conchal.

Los puntos cefalométricos se marcan en el yeso, se taladran pequeños agujeros, se insertan palitos calibrados de acuerdo al grosor del tejido blando y se pegan con algún adhesivo.

La escuela de Guerasimov y Lebedinskaya rellena previamente los músculos faciales con plastilina de consistencia dura (mase-tero, temporal, orbicular oral, orbicular ocular, cigomático mayor y menor, el nasal y los depresores del ángulo oral y del labio inferior). Inicialmente, se reconstruye una mitad utilizan-do la otra mitad ósea como punto de orientación y de referencia para la conformación del relieve; posteriormente se rellena todo el rostro.

El profesor Richard Neave utiliza arcilla, material muy dúctil, reutilizable, inoloro e higiénico; tiene el inconveniente de que hay que estarlo humedeciendo para que no se agriete por la sequedad. Una vez reconstruido los músculos mencionados se procede a ubicar capas que cubran completamente el rostro hasta las barras calibradas. La humedad de la arcilla permite su retoque con espátulas de distinto calibre y forma y pinceles húmedos.

Una vez reconstruido el rostro en arcilla o en plastilina (según la preferencia) se puede elaborar una mascarilla en yeso o un busto completo que al pintarse en color bronce da la sensación de una obra escultórica. Este último procedimiento es útil en la elaboración de galerías de antepasados prehistóricos. El producto final se puede retocar con pelucas, anteojos y ojos de diferentes colores, etc.

Al observar las reproducciones realizadas por el profesor Richard Neave durante 15 años de experiencia, se puede apreciar una gran diferencia entre las primeras obras -con errores básica-mente en la región ocular y oral-, y las últimas que sorprenden por su gran fidelidad y aproximación, lo que permite una mejor identificación. Comentarios similares se han originado en Krog-man, Gatliff, Ilam, Rhine, Rathbun, Snow, Ubelaker y otros autores citados por D. H. Ubelaker (1992). Los principales problemas radican en la consecución de los materiales adecuados (arcilla, plastilina), el diseño de los pómulos, en la fidelidad al diagnosticar la edad, pero básicamente se relacionan con la imposibilidad de reproducir exactamente el somatotipo del indivi-duo (obeso, delgado, atlético). Por esta razón, las diferencias más significativas se observan en la reproducción de los ojos, labios y región mandibular.

a. Las cejas

Según J. L. Angel y W. M. Krogman (en Caldwell, 1981) continúan la línea de los arcos superciliares, aproximadamente 3-5 mm por encima del borde superior de las órbitas; Fedosyutkin y Nainys (1993) sugieren que las cejas se encuentran 1-2 mm debajo del borde orbital cuando éste está fuertemente desarrollado. En caso de presentarse un borde supraorbitario debilmente desarrollado el tercio interno de las cejas se localiza en la proyección de la órbita, a lo largo del borde; entretanto, los tercios medio y lateral se elevan gradualmente continuando su contorno. Si la parte orbital externa se engruesa las cejas sobresalen lateral-mente conformando un ángulo. En general, se esbozan con un espesor moderado sobre los arcos superciliares, arqueándose hacia las líneas temporales, descendiendo posteriormente sobre el proceso frontal. Vistas lateralmente sobresalen 2-3 mm sobre el nivel del contorno frontal inferior.

b. Los ojos

El tamaño, la profundidad y la forma de las cavidades orbitarias determinan la conformación ósea de la región ocular, y a su vez, la disposición de los párpados y de la apertura palpebral hori-zontal. Así, los mongoloides con pómulos sobresalientes observan órbitas altas, acompañadas de una gran anchura facial. Los australianos y en general los negroides poseen la menor altura orbital influidas además por un fuerte desarrollo de los arcos superciliares y un descenso suave en la raíz nasal.

También inciden la disposición de los huesos nasales y del maxilar superior, el tamaño del globo ocular y la distancia interorbitaria (Valls, 1980: 313). Los caucasoides tienen los ángulos oculares más juntos (15-26 mm) que los negroides (22-26 mm), éstos a su vez más que los mongoloides; por su parte, en todos los grupos étnicos las mujeres no sólo poseen órbitas más altas sino también ángulos internos más próximos que en los varones.

En la conformación de la hendidura palpebral se tiene en cuenta la ubicación del bulbo ocular (bulbus oculi), cuerpo de forma esferoidal irregular, convexo en la región de la córnea y que está movido por cuatro músculos: 1. Músculo recto superior, 2. Músculo recto inferior, 3. Músculo recto medial, 4. Músculo recto lateral. Los músculos recto medial y recto lateral hacen girar el bulbo hacia su lado. El recto lateral tiene su origen en el tuberculum orbitale, en donde se inserta el ligamento parpe-bral lateral del músculo levator palpebrae superioris. Este fue descubierto inicialmente por Lebedinskaya (1957) al efectuar la disección de 20 cadáveres y el estudio de 325 cráneos de diferen-tes grupos raciales.

Su forma varía entre un tubérculo bien definido hasta una pequeña plataforma ligeramente elevada, según el grado de desa-rrollo muscular del individuo. Cuando el tubérculo está ausente se puede utilizar la distancia media entre éste y la sutura frontocigomática cuyo promedio es de 5,1 mm (Lebedinskaya, 1957). En general, la distancia entre el borde orbital y el ángulo orbital lateral es de 5,4 mm. Según Fedosyutkin y Nainys (Op. cit.: 205) la longitud de la abertura de los ojos equivale a un 60-80% de la anchura orbital. En las poblaciones contemporáneas es muy difícil ubicar el tuberculum orbitale, por tal razón, se sugiere palpar cuidadosamente el borde lateral de las órbitas.

El ángulo ocular medial es más complicado de localizar. Recientes investigaciones (Lebedinskaya, 1982) sugieren la existencia de dos clases de forma del borde interno de la órbita: 1- forma recta de la cresta lagrimal anterior, típica en pobla-ciones mongoloides, 2- forma en gancho, relacionado con caucasoi-des. El ligamento palpebral medial se inicia en el proceso frontal del maxilar a nivel del tercio superior de la fosa lagrimal; al presionar sobre el hueso conforma en la cresta lagrimal posterior una pequeña plataforma donde se ubica el ángulo ocular interno.

Según Angel (1986) el pliegue medial se ubica aproximadamen-te a 2 mm de las crestas laterales, en su punto medio (a 4-5 mm debajo del dakryon o del lacrimale) con el ángulo incrustado en la carúncula, a 2 mm lateral del pliegue. El lateral se localiza a 3-4 mm del pequeño tubérculo del borde lateral de la órbita; el párpado superior sobresale del borde óseo, extendiéndose hacia atrás. La existencia de una crestas lagrimales posteriores fuertes sugiere una amplia comisura palpebral; las órbitas caídas configuran una apertura más horizontal que lo usual; el ángulo lateral se localiza normalmente a 2 mm o más por encima del medial.

La orientación del pliegue parpebral superior depende de la forma del borde supraorbitario. Una proyección en el tercio medio del borde sugiere que en este mismo lugar se ubica el pliegue; un borde externo grueso e inclinado hacia atrás indica que el pliegue se pronuncia en esta sección del párpado. Un párpado cercano al ángulo interno (epicanthus) se relaciona con una órbita alta y un caballete nasal bajo o de altura media, típico en mongoloides (Fedosyutkin y Nainys, Op. cit.).

c. La nariz

La morfología nasal es muy variable ontogénica, sexual, y racial-mente. Su forma la definen la región de la raíz, el perfil del dorso, la punta y la forma de los orificios nasales. La raíz está determinada por la forma y grado de desarrollo de la región glabelar y por la longitud de las prolongaciones nasales del frontal. En los mongoloides las raíces sobresalen muy poco; son deprimidas en negroides y pronunciadas en caucasoides, especial-mente mediterránidos. El perfil del dorso puede ser cóncavo, recto, covexo o sinuoso (fig. 26). La punta nasal puede ser respingona, horizontal o inclinada hacia abajo (nariz de diablo). De acuerdo a Schultz (Caldwell, 1981) la altura nasal en vivo corresponde a la altura nasion-subspinal del cráneo. No obstante, los puntos subnasal y subspinal no coinciden, observándose una diferencia de 1,4 mm en caucasoides; de 1,6 mm en mongoloides, alcanzando un máximo de 8,0 mm. Solamente en dos casos se presen-tó una posición inferior del subspinal respecto al subnasal.En general, la altura nasal coincide con la correspondiente altura nasion-nasospinale aunque unos 1-2 mm más abajo de la espina nasal anterior.

La anchura nasal en vivo, de acuerdo a Krogman, sobrepasa en aproximadamente 10 mm la anchura de la apertura piriforme en adultos caucasoides (su amplitud varia entre 33,0-36,0 mm); en aproximadamente 15 mm en adultos negroides (su anchura varia entre 43,0-46,0 mm), ocupando los grupos mestizos y mongoloides una posición intermedia. Esto significa que la anchura de la apertura piriforme se aproxima más a la amplitud nasal en cauca-soides. De acuerdo a Fedosyutkin y Nainys (1993) la anchura nasal se establece entre los puntos medios de los caninos o sus alvéo-los.

Según las investigaciones de M. Guerasimov (Lebedinskaya, 1982) en la reconstrucción del dorso de la nariz se tiene en cuenta la forma de la incisura nasal cuyo perfil repite a manera de espejo. Sobre el punto más sobresaliente (rhinion) se traza una línea paralela a la línea nasion-prosthion. A partir de esta guía se trazan distancias perpendiculares y equidistantes al borde de la apertura piriforme, conformado así el perfil del dorso del cartílago septal.

La forma de la base nasal depende de la orientación de la parte central de la espina nasal anterior y de la forma del borde inferior de la apertura piriforme (fig. 27). La punta se forma donde se cruzan las líneas imaginarias que continúan el contorno del dorso nasal y la espina nasal anterior (fig. 28). Las narices sobresalientes observan generalmente borde agudo (anthropina), con espinas nasales anteriores prominentes que alcanzan los grados 3-4 en la escala de 1-5, característico de los caucasoi-des. En mongoloides predomina el borde con fosita (fossae praena-sales) y espinas horizontales poco pronunciadas. El surco infe-rior (sulcus praenasales) y las espinas aplastadas a los negroi-des. El borde romo (infantilis) se puede presentar tanto en niños como en individuos con apertura piriforme muy angosta.

Los orificios nasales pueden disponerse longitudinal o transversalmente o ser más bien redondeados, correspondiendo los primeros a leptorrinos (narices angostas), los segundos a came-rrinos (narices anchas), y los últimos a la mesorrinia (anchura media). La altura de la aletas nasales se deduce de la altura de la concha cristalis.

Según Angel (1986) el perfil del puente nasal (sin tener en cuenta la raíz) está dado por la inclinación de los cartílagos nasales septal y lateral y por el grado de proyección de la espina nasal que contribuye a fijar el ápice nasal. Una espina alta, verticalmetne aquillada sugiere una oblicuidad vertical del cartílago alar, con una mayor visibilidad lateral de las nares o ventanas nasales. La espina nasal, ya sea inclinada hacia arriba, horizontal o inclinada hacia abajo conforma respectivamente una punta nasal chata, de base recta u orientada hacia abajo. El cartílago alar se incrusta 2-3 mm debajo del borde superior de la espina nasal. Una espina espatulada concuerda con una punta ancha y bulbosa; una espina bífida significa una ligera separa-ción de los cartílagos alares.

De acuerdo a Krogman (1946) los caucasoides se caracterizan por tener un puente nasal recto, conformando un dorso cóncavo-convexo (aguileña); la raíz nasal es elevada, conllevando en algunas ocasiones a que la línea que desciende de la frente hacia el puente nasal sea continua -el llamado perfil griego típico de las poblaciones mediterráneas y de parte del Cáucaso-. Los negroides poseen un puente nasal frecuentemente cóncavo, produci-do por una raíz nasal aplastada. La punta nasal tiende a ser puntiaguda en caucasoides y redonda (chata) en negroides. Las aletas nasales son largas, ovaladas, oblicuas de adelante hacia atrás en caucasoides; en negroides se observan redondeadas.

d. La boca

La anchura bucal. Se mide y se configura de distintas maneras. Así, Angel (en Caldwell, 1981) sugiere que la comisura bucal se ubica entre los caninos y primeros premolares; para Lebedinskaya (1982, Lebedinskaya y Surnina, 1984) se extiende en los adultos entre los premolares superiores, y entre las superficies distales de los caninos en los niños. Por otra parte, la amplitud depende del estado emocional que se le quiera brindar al individuo, sea sonriente o serio. Para Caldwell (1981) la comisura labial a nivel frontal se puede ubicar entre las líneas que unen los puntos infraorbitales y el foramen mentoniano. La intensidad relativa de la inserción de los músculos triangulares (elevador y depresor de los ángulos) y de las prominencias caninas demarcan la altura de ubicación de los ángulos de la comisura bucal. De acuerdo a Krogman la comisura bucal tiene la misma anchura que las pupilas oculares; de éstas se desprenden perpendiculares que delimitan los ángulos bucales. La anchura también se puede verificar observando la distancia entre los caninos superiores.

Los tegumentos labiales superiores están dados por la base de la nariz, teniendo en cuenta que la anchura de las aletas nasales no sobresalen más allá de las prominencias caninas (Lebedinskaya, Surnina, 1984). Ambos están enmarcados por los surcos nasolabiales, cuyos puntos de fijación los determina el grado de prominencia y la orientación de las eminencias caninas. Los surcos nasolabiales desembocan en la comisura bucal o se convierten en un arco poco profundo para trasformarse en el límite del tegumento del labio inferior (Valls, 1980).
De acuerdo a Fedosyutkin y Nainys (1993) el grado de pronuncia-miento de los surcos depende de la profundidad de la fosa canina; hasta 3 mm es poco profunda, de 4-6 mm moderada y mayor de 6 mm se considera muy profunda. Además se acentúa por pérdida de dientes y en ancianos.

De la nariz arranca hacia abajo por el plano medio un surco poco excavado, el philtrum o surco nasooral, que desemboca en el borde de la mucosa labial superior, ligeramente levantado y redondeado lateralmente, dando lugar al tubérculo superior de Stieda (Valls, 1980). De acuerdo a Lebedinskaya y Surnina (1984) la anchura de las eminencias alveolares de los incisivos centra-les superiores corresponde a la anchura del philtrum.

La anchura de los labios. La altura labial corresponde según Lebedinskaya a la altura de la corona de los incisivos superiores centrales; con el desgaste dental los labios se van aplastando, disminuyendo su altura.

Krogman utiliza la siguiente tabla:

Altura de ambos labios: caucasoides: 8-12 mm aproximadamente
negroides: 10-16 mm aproximadamente


Según Caldwell:

Negroides: altura del labio superior: 10 mm
altura del labio inferior: 5-6 mm

Caucasoides: altura del labio superior: 8 mm
altura del labio inferior: 4-5 mm

Grosor y relleno de las mucosas labiales. En caucasoides los tegumentos son altos y verticales (ortoqueilia); en los pigmeos el tegumento superior es alto pero muy convexo; en negroides suele ser cóncavo, con los labios abombados, prominentes y evertidos. En general, la forma de los labios y el tamaño de la boca depende en gran medida del tipo de oclusión del desarrollo alveolar (grado de prognatismo) y del desgaste dental.

e. El pabellón auditivo externo

La oreja está formada por el pliegue cutáneo en cuyo espesor se localiza el cartílago. La forma del cartílago auricular se encuentra en concordancia con la forma externa de las apófisis mastoides y del grado de desarrollo de la raíz posterior del arco cigomático (Guerasimov, 1971). Si las apófisis son pequeñas, dirigidas hacia la porción medial del cráneo, las orejas serán pequeñas y adheridas. Unas apófisis mastoides voluminosas y pronunciadas lateralmente sugieren unas orejas grandes y sobresa-lientes. Además, si las apófisis presentan forma de silla en su lado externo, la oreja será convexa. Unos procesos fuertemente desarrollados con depresión en el lado externo se asocian a unas orejas sobresalientes y alineadas en línea recta.

El borde libre de la oreja doblándose hacia adelante en canal conforma el hélix; éste se inicia sobre el lóbulo de la oreja en forma de hélix (cauda helicis), aumentando de grosor hacia arriba. Según Krogman (en Caldwell, 1981) es complejo en caucasoides, moderadamente plegado; en negroides es simple, ligeramente plegado.

El lóbulo de la oreja (lobulus auricular) consiste en un estrato de tejido adiposo bien desarrollado, ubicado en la región inferior de la oreja. Este puede estar adherido (casi en un 65% de la población masculina indígena de Colombia y en un 80% en mujeres) o libre. Si el proceso mastoideo se orienta hacia abajo el lóbulo estará adherido; si se proyecta hacia adelante el lóbulo estará desprendido. En general la altura de la oreja corresponde con la altura de la nariz.

El poro acústico externo (porus acusticus externus) está situado en el medio de la cara lateral de la oreja, en el lugar del poro auditivo externo. Por delante está limitado por el trago, más arriba se encuentra el pequeño tubérculo supratrágico (tuberculum supratragicum); hacia abajo el trago pasa a la incisura intertrágica detrás de la cual está una saliente denomi-nada antitrago, cuyo vértice se dirige hacia arriba. Según Krogman, McGregor, Wilder y Wentworth (Caldwell, 1981), el canal acústico se ubica lateralmente a unos 10 mm de la pared ósea.

La altura de la oreja corresponde con frecuencia al tamaño de la nariz (altura nasion-subspinale) con un promedio de 50 mm, de los cuales según Krogman 30 mm se ubican superiormente; 20 mm debajo del canal acústico. En la población indígena de Colombia la altura promedio es de 61 mm en los varones; su anchura alcanza los 33 mm. De acuerdo a Krogman la anchura se aproxima a 30 mm en negroides; en caucasoides a 35 mm. De esta magnitud aproximada-mente 24-29 mm se localizan detrás del canal acústico.

f. Procedimientos generales

1. La reconstrucción del rostro es un problema complejo que requiere de un abordaje interdisciplinario, con la colaboración de antropólogos forenses, ilustradores médicos, médicos y odontólogos.

2. El cráneo se consolida con Paraloid B-72 en solucio-nes disueltas en acetona o thiner al 5%, antes de la realización de las respectivas copias en yeso. Si el tejido óseo es muy frágil se aconseja forrarlo con una capa delgada de papel aluminio.

3. La obtención del contorno sagital del cráneo, en perfil frontal y lateral debe realizarse muy detallada-mente, resaltando en el cráneo a lápiz los elementos claves como la ubicación de la comisura parpebral y bucal, la localización de las aletas nasales, la dispo-sición de la incisura nasal, el borde de la apertura piriforme y la espina nasal anterior. El contorno se puede obtener mediante el dioptrógrafo o a partir de fotografías con escala métrica, aumentadas al tamaño natural.

4. Del cráneo se realiza una observación detallada de sus principales rasgos métricos, morfológicos y posi-bles traumas que pueden afectar su fisonomía (por ejemplo la fractura de los huesos nasales). Se toman algunas medidas básicas como la distancia entre las prominencias alveolares de los incisivos superiores centrales (para el philtrum), entre las prominencias alveolares de los caninos superiores (para la ubicación del plieque nasobucal), la altura de la cresta conchal (para las aletas nasales a la que se le añade aproxima-damente 2-3 mm), la altura de la corona de los incisi-vos superiores centrales (para la altura del labio superior), la distancia interorbitaria (para la ubica-ción de los ángulos oculares internos).

5. Se realiza la reconstrucción gráfica que servirá de guía para la tridimensional. Se recomienda utilizar esta última con el fin de reproducir fielmente, en forma y tamaño los principales rasgos faciales.

6. Se instalan los bulbos oculares (en yeso o plastili-na) con la pupila en el centro de la órbita, sobresa-liendo hasta la línea que une los bordes superior e inferior. Se mide la anchura biorbital a la que se le restan cerca de 10-11 mm cuyo resultado corresponderá a la anchura entre los ángulos externos de la comisura de los ojos. A la anchura interorbital se le añaden 5-6 mm que corresponde a la distancia de los bordes oculares internos.

7. Se ubican barritas calibradas con los espesores de los tejidos blandos en los distintos puntos cafalomé-tricos, deducidos preferiblemente de personas vivas, pues las medidas tomadas en cadáveres mediante agujas de punción están sesgadas por el proceso de deshidrata-cion de los mismos. Se tiene en cuenta el sexo y la pertenencia racial del individuo. Se rellenan los músculos maseteros, temporales y orbiculares (oral y orbital).

8. Se reconstruye el cartílago nasal de acuerdo a las indicaciones de Lebedinskaya, cubriéndose de una capa de 2-3 mm de espesor. A la anchura nasal se le añaden a ambos lados de a 5 mm en caucasoides, de a 8 mm en negroides.

9. Una vez rellenados los espacios con la respectiva arcilla o plastilina se conforman los distintos plie-gues nasoorales y nasobucales, los orificios nasales, los labios, los párpados y las cejas. Para verificar la variación de los espesores a la anchura craneal trans-versa añádele 6-7 mm a ambos lados; a la bicigomática de 4-10 mm a ambos lados; a la bigoniáca de 8-10 mm; a la altura facial tota de 4-8 mm.

10. Generalmente, en la región entre el metopion y el bregma y entre los lóbulos frontales se aprecia una fuerte porosidad del tejido óseo, indicativo de la línea de demarcación de los folículos pilosos, cuando el individuo tenía abundante cabello. Si éste era ralo, la porosidad disminuye demarcando la línea de las entradas frontales; en los calvos la porosidad desapa-rece. Para aligerar el trabajo se puede recurrir a pelucas de diferentes tonalidades y peinados.

11. Las fotografías a repartir se pueden obtener direc-tamente de la reconstrucción en arcilla o plastilina.

12. Las fotos obtenidas para la comparación con mate-riales del archivo de desaparecidos como lo ha demos-trado Snow et al., (1970), es preferible cotejarlas con fisonomistas profesionales, preferiblemente mujeres.

13. Posteriormente, se obtienen copias en yeso para los archivos judiciales si se requiere, y se limpia o se lava completamente el cráneo de la arcilla que se le haya adherido y se empaca en papel aluminio, espuma o icopor para su conservación.

 

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[José Vicente Rodríguez Cuenca][portada SEIAAL]