INTRODUCCION A LA ANTROPOLOGIA FORENSE
ANALISIS E IDENTIFICACION DE RESTOS OSEOS HUMANOS

JOSE VICENTE RODRIGUEZ CUENCA, Ph.D.
Departamento de Antropología
Universidad Nacional de Colombia
Santafé de Bogotá, 1994
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Capítulo XII

ESTUDIOS DE CASOS FORENSES


1. Caso de cremación

A continuación presentaremos un caso reportado por T. White (1991: 407-414) con el fin de ejemplificar los procedimientos anteriormente anotados. "Tenemos el testimonio pero no el cuerpo del delito". Katie Jones telefoneó a la policía de Cleveland, Ohio, para reportar la desaparición de su hermano mayor, Harry, en julio de 1984. Ella informó que su hermano había discutido con el señor Charles Cook, propietario del centro nocturno Chuckie's Corner. Jones y Cook tenían una enemistad de dos años, y la noche del sábado en que desapareció discutieron por una mujer. Cook insistió en que Jones abandonara el lugar y lo siguió posterior-mente por la avenida Ashland. Los últimos testigos que vieron a Harry Jones afirmaron que su perseguidor había disparado varias veces sobre él. Charles Cook formó parte de los sospechosos pero negó contundentemente su vinculación, afirmando que su arma se había quedado esa noche en el Club. La investigación de las actividades de Cook continuó como principal sospechoso. Un testigo informó posteriormente que Cook se jactó de haberlo incinerado y que la policía no encontraría las huellas del crimen. Se descubriría además que Cook era supervisor asistente del Animal Resource Center en la Case Wester Reserve University School of Medicine, y una de sus obligaciones era la de preparar los esqueletos de los animales investigados para incineración. Con estos indicios las autoridades recolectaron todos los vesti-gios del incinerador, que incluía huesos animales cremados, una pieza derretida de plomo con una masa y tamaño de aproximadamente una bala de calibre 38.

La unidad de Homicidios de Cleveland organizó una completa investigación del crimen, solicitando la asesoría de odontólogos forenses, radiólogos y antropólogos forenses. Se analizó el contenido de 25 gavetas metálicas que contenían 135 kilogramos de restos óseos. Se seleccionaron los fragmentos de huesos humanos, gracias a la colaboración del antropólogo físico Dr. C. Owen Lovejoy de la Kent State University. El inventario óseo demostró que los restos estaban muy fragmentados, quebradizos, de color blanco-grisáceo, reducidos y exfoliados completamente como consecuencia de las altas temperaturas alcanzadas por el incine-rador (cerca de 1.000 grados centígrados). Una vez separados los 163 fragmentos óseos humanos se procedió a establecer el número mínimo de individuos representados en la muestra. Las partes mejor conservadas fueron las porciones proximales de los fémures, los acetábulos, las cabezas humerales, fragmentos craneales, mandibulares, vertebrales y de otros huesos.

Se logró disgnosticar la presencia de un sólo individuo. A juzgar por los fragmentos de las cabezas femorales y humerales. Por la región supraorbital, la protuberancia occipital externa del occipital, se concluyó que era un individuo de sexo masculi-no. Una porción de la cara sinfisial del pubis y las dos superfi-cies articulares del ilion sugerían que era un individuo de aproximadamente 36 +/- 5 años de edad. Aunque Harry Jones tenía 37 años de edad al desaparecer, las conclusiones de C. O. Lovejoy fueron sugestivas pero no conclusivas. Gracias a que se tenía un excelente registro radiográfico en la región mandibular de Harry, se cotejaron las radiografías obtenidas del fragmento mandibular con las del occiso que se habían conservado en St. Luke's Hospi-tal, University Hospital, y el Cleveland Metropolitan General Hospital. La radioluscencia alveolar por pérdida de dientes, la presencia de una zona de densidad calcificada de 5 mm de diámetro en el cuerpo mandibular y otras áreas de tejido trabecular a lo largo del canal mandibular en el borde inferior, coincidían con las radiografías obtenidas de Jones en 1977 y 1981 con los del cuerpo calcinado descubierto en 1984. Las conclusiones del cotejo radiográfico y las del peritaje de antropología forense en donde se evidenciaba la pertenencia de los restos óseos encontrados en el Animal Resource Department of de la Case Western Reserve University School of Medicine al señor Harry Jones, fueron remitidas a la corte de Cleveland. Las grabaciones fílmicas de los circuitos cerrados de televisión señalaban que Charles Cook entró a la edificación la noche del sábado del crímen a las 3:10 a.m.; a las 3:15 a.m. llegó al incinerador. No obstante se había reportado en el libro de registros como si hubiera trabajado a las 6:00 a.m. Ante el peso de las evidencias Charles Cook confesó el crimen y fue condenado a 15 años de prisión.

Este caso demuestra que entre mayor sea la cantidad de evidencias antemortem (historias clínicas, radiografías, fotogra-fías, descripciones somáticas) y los datos asociados al esquele-to, objeto de análisis, el proceso de identificación se aproxima al 100% de probabilidades de acierto. Si además existen prendas, objetos de uso personal y el esqueleto completo, el peritaje forense aportará pruebas irrebatibles que conducirán a un fallo positivo en los organismos judiciales. Si los huesos son escasos, fragmentados y poco informativos, el grado de acierto disminuirá proporcionalmente al número de evidencias recolectadas y a la experiencia del investigador forense. Así, los huesos hablan y cuentan su historia siempre y cuando existan procedimentos adecuados para hacerlos hablar.

 

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[José Vicente Rodríguez Cuenca][portada SEIAAL]