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Olga Merino. «Para escribir la gran novela de la Transición se necesita más distancia»
El Diarion Montañés - 31 de marzo de 2004



EXILIO INTERIOR. Olga Merino, la autora de 'Espuelas de papel'. / ANDRÉS FERNANDEZ


La escritora Olga Merino que presentó su novela, «un fresco de grisuras, silencios y tristeza», asegura que el reciente clima de crispación le recordó a la España del 36

GUILLERMO BALBONA/SANTANDER

El punto de partida tuvo cuerpo de reconstrucción histórica y de curiosidad por un pasado reciente, pero muchas veces olvidado en sombras; después afloraron las «historias espeluznantes» y los personajes decisivos de esas otras historias pequeñas que pululan bajo la patina oficial; y, finalmente, la copiosa documentación, la transmisión de relatos orales y los testimonios derivaron en un objetivo final: una novela, 'Espuelas de papel', plasmada como «un fresco de grisuras, silencios y tristeza». La autora de este itinerario es la periodista y narradora Olga Merino, quien ayer presentó en Santander esta obra, su segunda novela, en la Tribuna Literaria de Caja Cantabria.

Un recorrido no exento de dolor, en el que asoma el hambre, la emigración y la represión, y que se ha sumado, con su publicación reciente en Alfaguara, a la actual corriente dominante de historias sobre la Guerra Civil, la posguerra y la represión franquista. Aquí, la traslación forzada del campo a la ciudad es uno de los pilares en los que se mueve la escritora catalana Olga Merino, con una historia centrada en la emigración andaluza a Cataluña, pero en la que surgen personajes como el general Queipo de Llano y sus ayudantes, los horrores del periodo bélico y la dura posguerra. La narradora subrayó la importancia que tuvo el testimonio de su abuelo como origen de esta construcción novelada, pero también confirmó su exhaustiva labor documental, y la trascendencia y huella que han dejado en su ficción algunos títulos de ensayo e historia que en su momento retrataron la radiografía social y cotidiana de la época.

La escritora (Barcelona, 1965) se mostró convencida de que «para escribir la gran novela de la Transición falta un poco de distanciamiento». Merino admitió que se ha escrito poco y que el interrogante novelístico sobre esa época no es nada baladí. No obstante, consideró que esa necesaria distancia es precisamente la que se ha registrado hasta que su generación ha sido la primera en lograr acercarse a la Guerra Civil. Un hecho histórico que ya puede ser abordado «con cierta frialdad» como lo demuestra el «boom de títulos y autores» que han venido retratando en los últimos tiempos los acontecimientos más oscuros. Javier Cercas (el autor de 'Soldados de Salamina') le dijo que «es nuestra generación, la primera que puede hablar de ese pasado sin haber estado implicada en él. Yo creo que antes no se había escrito más del tema porque faltaba distanciamiento y también por miedo».

En opinión de Olga Merino, quien ha firmado «una novela hecha desde el profundo respeto tanto a quienes tuvieron que emprender el azaroso camino de la inmigración como al pueblo que los acogió, en este caso el catalán», existe un paralelismo evidente entre la situación de los inmigrantes de entonces y los actuales. Recordó, por ejemplo, a quienes se devolvía a sus lugares de origen si no llegaban con un contrato de trabajo o a los trabajadores que vivían hacinados, «como pasa ahora en Lavapiés o en El Raval».

Olga Merino ha destacado que en Cataluña y Andalucía «la represión fue atroz» y en ella tuvo un papel primordial el general Queipo de Llano, al que la escritora se acercó «con la fascinación que tiene el mal», pero entonces apareció la figura de Manuel Díaz Criado, Delegado de Orden Público en Sevilla. «Fue el brazo ejecutor de Queipo de Llano aunque los libros de historia hablan poco de él. Podía firmar sentencias de muerte completamente borracho y conmutarlas a cambio de favores sexuales de las mujeres de los condenados».

Olga Merino tiene querencia por las grandes transformaciones, por narrar las situaciones de desmoronamiento y en las que asoman signos de reconstrucción. Así en 'Cenizas rojas' noveló el derrumbamiento de la URSS y su paso a la Rusia capitalista de hoy. Ahora, acaba de dar a la luz esta incursión en una guerra que perdió casi todo el mundo, «menos los que mandaban y los que se hicieron ricos con la miseria de la mayoría. El franquismo creó un país triste, gris y encerrado en sí mismo». A la hora de reflexionar sobre las posibilidades que se abren para a recuperación de la memoria histórica, señaló que «sería bueno que el nuevo Gobierno escuchara más a la gente, que desaparezca el clima de crispación que se vivió hace unos días» y que le recordó a «julio del 36». Hace falta «un cambio de estilo en política para que no exista distanciamiento entre la calle y el poder», añadió.

La autora confiesa que se tomará ahora un tiempo no sólo para leer, sino para pensar en «abordar una historia contemporánea, sobre todo en bucear en las soledades urbanas, en los hombres y mujeres que viven solos, en una profunda incomunicación», precisó.