Noticias

La Barcelona de Orwell revive en el teatro
El Periódico de Catalunya - 24/03/2004



Mingo Ràfols (con traje blanco), junto con otros actores de la obra Homenatge a Catalunya, en un ensayo en Leeds. Foto: KEITH PATTISON


Leeds acoge el exitoso estreno del montaje de 'Homenatge a Catalunya' en inglés y catalán

JORDI SUBIRANA
LEEDS / ENVIADO ESPECIAL

En diciembre de 1936, George Orwell llegó a Barcelona para luchar contra las tropas franquistas y se encontró con una ciudad en la que la utopía del socialismo igualitario era posible. Unos meses después, en mayo de 1937, a su vuelta del frente de Aragón, se encontró con que la posibilidad de que la revolución proletaria triunfara había desaparecido. Orwell narró los hechos en Homenatge a Catalunya, un texto que el lunes llegó al teatro. El público del West Yorkshire Playhouse de Leeds recibió con cálidos aplausos y mucha emoción el estreno de un montaje, interpretado en inglés y catalán con subtítulos, que llegará al Teatre Romea el 20 de mayo, en el marco del Fòrum.
Josep Galindo ha aceptado el riesgo de adaptar un texto "muy poco teatral", un aspecto que ha hecho necesario "reinventar" las palabras de Orwell. El director firma un montaje rompedor, en la línea de la trangresión de Calixto Bieito, su mentor, aunque sin la provocación de éste. La música y el trabajo audiovisual marcan el ritmo de la función, "con el objetivo de hacer más sencilla la lectura de un texto complicado", apunta Galindo tras la función. Cuplés y canciones revolucionarias se alternan con imágenes reales, documentos dolorosos y tristes que golpean e impactan, como el desconsolado retrato de unas madres que buscan a sus hijos entre un grupo de cadáveres, y hacen revivir al público las imágenes del atentado del 11-M. "La diferencia es que las de ahora son en color", decía un espectador.
Aconsejado por los guionistas, Pablo Ley y Allan Baker, el director huye de los diálogos y se decanta por los monólogos. Los actores se convierten en los narradores de una guerra civil silenciada, sin que el uso de dos idiomas sea un obstáculo. Ayuda al público a hacerse una idea de la confusión del frente, plagado de voluntarios de muchos países.
Interpretada por catalanes (Chantal Aimée, Dani Arrebola, Javier Gamazo, Miquel Gelabert y un espectacular y creíble Mingo Ràfols) y británicos (Jane Arnfield, Craig Conway, Alex Elliott, Tony Neilson y Sasha Pick), la obra arranca con el ingreso de Orwell en la milicia del POUM. En un espacio en el que se impone una trinchera levantada con libros, Galindo viste a los actores de brigadistas, y muestra una Barcelona unida contra el fascismo en la que extranjeros y catalanes tienen idénticos sueños, "aunque duerman en distinta cama".

TROPAS SIN RECURSOS
También se retrata a las tropas republicanas en el frente. Un ejército que Orwell describe como desorganizado y sin recursos. "No tenemos agua y no nos queda más remedio que defecar en las trincheras", revela Lola, el personaje de Aimée.
La emotividad es la nota dominante de la mayoría de las escenas. Algunas personas lloraron al escuchar El cant dels ocells y a otras, principalmente españolas, se les puso la carne de gallina al contemplar el desastre de un bombardeo: casas en ruinas y ríos de cadáveres. Galindo rebaja la tensión con humor (una brigadista, imitando a Gila, simula llamar por teléfono al enemigo) y música. El inicio de un combate se recrea con los actores convertidos en rockeros. Mientras Gamazo canta letras proletarias, sus camaradas le acompañan usando como instrumentos sartenes y cubos de basura.
En mayo del 1937, tras ser herido en el cuello, Orwell regresó a Barcelona. Los personajes, en esta parte, ya no visten de milicianos sino de burgueses. "Es una especie de sueño que tiene Orwell", explica Pablo Ley. El novelista se encuentra con una ciudad en la que el paraíso socialista ya no era posible, "porque el sustrato de Catalunya todavía era la burguesía", opina Galindo.
El espectáculo cuenta la desintegración de las izquierdas, provocada por las divisiones entre los republicanos, las purgas y conspiraciones estalinistas, las pocas ayudas exteriores y la derrota del pueblo, "cansado de no poder llevarse un trozo de pan a la boca", recuerda el director. De nuevo se intercalan momentos tensos con otros más frívolos. A la crueldad de las torturas le sigue un cuplé en el que un artista de cabaret (Arrebola) ironiza sobre la caótica situación de aquella Barcelona.
La obra va más allá del texto. Es una radiografía del universo orwelliano (hay fragmentos de 1984 y algunas de las consignas políticas del autor: "Los hombres sólo son decentes si no tienen poder"). "El montaje nació como una crítica al seudofascismo del PP, y ha acabado siendo un homenaje a las víctimas de guerras y atentados", dice Galindo. El telón baja con la frase "to the dead. (A los muertos)".