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Carmen López Landa, 'niña de la guerra'. Miembro activo de la Asociación Archivo Guerra y Exilio
EL PAÍS - Gente - 25-01-2006


INMACULADA DE LA FUENTE

Carmen López Landa, niña de la guerra y miembro activo de la Asociación Archivo Guerra y Exilio (AGE) falleció en Madrid el pasado 20 de enero, a los 75 años, tras una larga enfermedad.

Su madre, Matilde Landa Vaz, símbolo de la resistencia antifranquista, fue una víctima ejemplar del refinamiento que alcanzó la represión contra los vencidos en los primeros años cuarenta. Detenida en Madrid a los pocos días de la victoria franquista, después de que el PCE, partido en el que militaba, le ordenara la arriesgada labor de organizar la clandestinidad, Matilde Landa dejó una profunda huella entre las presas de la cárcel de Ventas. A la vez que se convertía en un referente moral en Ventas, la dirigente comunista escribía a su hija Carmen López Landa, refugiada en la URSS, una serie de cartas de una desgarradora belleza, precisamente por su tono contenido, ajeno a cualquier alusión a la cárcel en la que se encontraba.

En estas cartas desde la prisión, Matilde Landa le habla desde un hipotético lugar, tal vez el mismo hospital en el que se hallaba durante la guerra, como si no hubiera sido ni derrotada ni condenada a muerte, como si la vida prosiguiera y su reencuentro fuera próximo y posible. El historiador mallorquín David Ginard i Ferón, autor de una biografía sobre Matilde Landa (editorial Flor del Viento, 2005), publica 29 de estas cartas dirigidas a Carmen López Landa, escritas entre el 6 de junio de 1937, en plena contienda, y abril de 1941.

Carmen López Landa, miembro activo del movimiento por la Recuperación de la Memoria Histórica, fue la depositaria de este tesoro epistolar que acabó de forma abrupta en 1942. Su madre había sido trasladada poco antes a la cárcel de Palma de Mallorca, después de que le fuera conmutada por 30 años su inicial condena a muerte. Las autoridades franquistas pretendían desactivar su influencia en Ventas y la recluyeron en esta cárcel insular donde la desnutrición y el hambre perseguían a las presas. Las autoridades religiosas de la isla, informadas de su presencia, llegaron aún más lejos: trataron de que renunciara a su credo ideológico y abrazara la religión católica. Las presiones para que "se convirtiera" fueron tan brutales que Matilde Landa se quitó la vida en la cárcel mallorquina una tarde de 1942.

Carmen López Landa, hija de Matilde y de Francisco López Ganivet (sobrino de Ángel Ganivet), fue una más de los cerca de 30.000 niños de la guerra (3.000 en la URSS) a los que el destino dejó varados fuera de su patria y de su historia familiar entre 1937 y 1939. Durante la Guerra Civil, con sólo cinco años, pasó por diferentes colonias infantiles, sometida "como un paquete de correos" a un incesante trasiego, le confesó en una entrevista a Luis Matías, publicada en este periódico el 23 de septiembre de 2001 dentro del reportaje Los últimos niños de la guerra.

Leal a la causa de sus padres, Carmen marchó a México al finalizar la Guerra Civil y prolongó el exilio en diferentes escenarios: Inglaterra y Checoslovaquia. Volvió por primera vez a España en 1960 y de forma definitiva, en 1970. Su vida personal estuvo marcada por el dolor, el desarraigo y por sucesivas tragedias familiares.

Comunista, aunque se alejó del partido en los últimos tiempos, conoció los interrogatorios y detenciones de la policía franquista. Se instaló en el barrio madrileño de Moratalaz y trabajó en tareas de edición en Alianza Editorial.

En los últimos años se sabía enferma de cáncer. En esta dura etapa final nunca perdió el humor ni el distanciamiento intelectual de los acontecimientos políticos. Formaba parte del movimiento asociativo por la recuperación de la memoria y propugnaba la anulación de las sentencias dictadas durante la represión franquista.-

Una luchadora por un mundo mejor

JUAN BARCELÓ

Si algo puede calificar a la vida de Carmen López Landa sería la intensidad, la cantidad de vida que hubo en ella y su lucha permanente contra toda injusticia, toda explotación, todo racismo, todo despotismo, desde el Partido Comunista en una larga época de su vida y desde fuera en otra larga también y ya más cercana, pero antes que desde ninguna ortodoxia o militancia, desde la proximidad, desde la amistad, desde la vida diaria misma.

Marcada desde la infancia por la tragedia de la guerra y la brutal represión posterior y especialmente por el fin de su madre, Matilde Landa, en la prisión de mujeres de Palma presionada brutalmente por el clero nacionalcatólico hasta llevarla al suicidio. Peregrina del exilio en Rusia, Inglaterra, México y Praga, sufrió el paso por las cárceles franquistas los últimos meses de la dictadura.

Hubo de conocer también el suicidio de su padre, Paco Ganivet, ante el vacío de aquella época en España, casi sin trabajo y habiendo de presentarse a la policía todas las quincenas. Aún tuvo de soportar la muerte violenta en un accidente de carretera de quien en los años del exilio había sido su compañero, de su hija mayor y su primer nieto, y años después la de su hija menor a quien estaba unida de forma muy especial.

Odiaba todo victimismo, lamentaba no ser una más, y ser identificada más por sus padres, tíos, y otros ascendientes célebres en nuestra historia reciente, que por ser una mujer en lucha por un mundo diferente y mejor. Consiguió ese objetivo, los que la conocimos de cerca sabemos bien que ella era antes que nada Carmen López, rebelde, incombustible, recalcitrante, imposible de reducir al silencio ni por amenazas, cárcel o exilios, ni por la desgracia ni por el destino.

Resistió 10 años a un tumor sin querer operarse ni someterse a las duras terapias anticancerígenas, probablemente vivió lo mismo que si se hubiera operado, pero mejor, más entera, más lúcida. No buscaba la muerte ni la rehuía, sólo buscó siempre la vida y la mucha que tenía la repartió a raudales entre amigos, compañeros, y tantas gentes desconocidas con las que se cruzó en la vida y en quienes siempre fue dejando una huella profunda de admiración y humanidad.

Carmen López Landa fue desde su fundación miembro activo de la Asociación Archivo Guerra y Exilio, AGE, colaboró intensamente en la recuperación de la memoria histórica asesinada por el franquismo, consiguió que se publicase una espectacular biografía de su madre, colaboró en numerosos homenajes a las víctimas de la dictadura, recibió a cientos de expresos, exiliados, brigadistas, guerrilleros, historiadores, periodistas y a todos siempre contó la verdad de aquellos años trágicos de nuestra historia.