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Simón sánchez montero, ex dirigente del partido comunista
ROSA AGUILAR - EL PAÍS - Gente - 31-03-2006




Pasó largas temporadas preso en las cárceles franquistas

Se ha ido Simón Sánchez Montero, comunista. Se ha ido en silencio, despacito, discreto como siempre lo fue. Compartí con él militancia, pero sobre todo tuve la gran suerte de compartir su afecto y la bondad de su alma.

Apenas nos veíamos ya. Terrible mundo éste que nos separa de los amigos, que rompe puentes y deshace caminos.

Recuerdo tanto a Simón: cuando iba por las reuniones del partido, de Izquierda Unida, para darnos sus consejos, para opinar sobre las tareas "que teníamos que abordar los compañeros". Recuerdo los cafés, su ilusionado afán de cambiar el mundo. Su respeto y la firmeza de sus convicciones.

Hizo de su vida compromiso y trabajo. Vivió los días duros de la guerra, los años negros de la dictadura, la cárcel, la tortura. Y vivió los tiempos luminosos de la democracia.

Contaba cómo cuando en la represión franquista le detenía la policía en la calle él gritaba a los transeúntes: "Me detienen por comunista; no por delincuente". Y añadía: "Es que la gente tiene que saber que nos persiguen por nuestras ideas, que nosotros ni robamos ni matamos".

Simón Sánchez Montero fue un hombre que supo vivir cada etapa y siempre con la firmeza de sus convicciones. Criticó desde la honestidad y siempre antepuso al hombre, al compañero, por encima de cualquier otra consideración. Ahora, en este recuerdo a vuelapluma, veo a Simón con su abrigo, con su bufanda, siempre tan arreglado hablando con su voz calmosa y tranquila, enseñándonos lo que significaba de verdad ser comunista. Fue para mi un modelo. Me dio afecto personal pero sobre todo me enseñó a mirar la política como un servicio a los demás.

Se nos va con Simón no sólo una etapa del comunismo español. Se va sobre todo un hombre bueno, un hombre que hizo de su vida entrega, un hombre leal a las ideas y a lo que ya nadie llama la clase obrera y que él dignificó y defendió.

Vivió como cantó otro comunista, Miguel Hernández, para la libertad. Respiró para la libertad de todos.

Pertenecía a esa clase de seres humanos que se sienten carne de los explotados, sangre cada hombre y mujer, para de un mundo que soñó más limpio, más justo y más humanitario.

Todo lo hizo desde la sencillez. Todo para él tenía importancia: la reunión al más alto nivel del partido o echar una mano junto a su compañera en las casetas de la feria del PCE. Para él era lo mismo, era una manera de ser y de sentir.

Hoy que se hace una política tan desgarradora, tan feroz y tan inhumana, echaremos más que nunca en falta la humanidad de Simón Sánchez Montero. La grandeza de un comunista.