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Desenterrados en Candeleda los cuerpos de tres mujeres fusiladas por los falangistas en 1936
Izquierda Castellana - Noviembre 2003


Durante 66 años, los restos de Virtudes, Pilar y Valeriana han estado olvidados aparentemente por la justicia española y por el resto de autoridades surgidas del levantamiento fascista de 1936.

Según informan 'Losdeabajo', en Candeleda, al sur de Ávila, y en su plaza más céntrica fueron homenajeadas estas tres mujeres, víctimas de la violencia fascista. En la mañana del 19 de octubre, casi 66 años después, más de un centenar de personas rindieron un testimonio de respeto y de dignidad a Virtudes de la Puente, de 53 años en el momento de su asesinato, Pilar Espinosa, de 43, y Valeriana Granada, de 26. Familiares y allegados de las víctimas, miembros de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) del Tiétar y la Vera, del Bierzo, simpatizantes de las causas dignas y de la memoria histórica, personas venidas de distintas partes de la peninsula... hicieron ondear banderas republicanas y entonaron 'La Internacional' en recuerdo de las tres mujeres.

A lo largo de toda la mañana arqueólogos, miembros de la ARMH, trabajaron para recuperar los cadáveres de las tres asesinadas. La exhumación, realizada en un paraje conocido como 'la vuelta del Esparragal', tuvo momentos de máxima tensión cuando aparecieron los primeros restos que fueron acompañados por un sobrecogedor silencio entre los asistentes. Allí estaba el histórico líder sindical y comunista Marcelino Camacho, que destacó la necesidad de 'recordar el pasado para que no se repita'. Las flores con los colores republicanos, simbolismo de la lucha por las libertades, estuvieron presentes en esos momentos.

Era la primera fosa común de la Guerra Civil que se abría en Candeleda, pero la ARMH del Tiétar y la Vera tiene localizadas y documentadas otras once fosas en los alrededores, con un total de 115 personas que estarían enterradas en ellas. Para Mariano López, delegado de la asociación, 'hay una deuda histórica que el Gobierno debe recuperar para que se dignifique la memoria de estas víctimas de la Guerra'.
Según Santiago Macías, uno de los fundadores de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, el resto de las fosas localizadas en Candeleda tendrán que esperar. 'En estos momentos la asociación está desbordada ante la enorme cantidad de familiares de víctimas de la Guerra Civil que reclaman la exhumación de sus cuerpos, pero el próximo año se organizarán campos de trabajo en toda la comunidad y en el resto de España, para dar salida a estas solicitudes lo más rápido posible'. Además las autoridades y las instituciones no colaboran, ni parecen estar dispuestas a hacerlo, en nada. La muerte de estas tres mujeres es uno de los 35.000 casos que tiene registrados la ARMH.
En Candeleda está previsto que tras el estudio y la identificación de los restos de Virtudes, Pilar y Valeriana, se erija un monumento en su memoria y se dé a conocer qué les ocurrió. Que estas acciones además sirvan como homenaje a todas esas víctimas anónimas que encontraron la muerte, víctimas de la 'cruzada nacional'.

Han pasado 66 años

Era la noche del 29 de diciembre de 1936. Cinco mujeres fueron arrancadas de sus hogares por 10 ó 12 falangistas, a cuyo mando se encontraba Ángel Vadillo (apodado 'el 501' porque asesinó a 501 personas en los pueblos de la zona), y las introdujeron en un camión. Llovía. La mayor era Virtudes de la Puente. Su delito: ser protestante. A Pilar Espinosa la mataron por leer El Socialista. A Valeriana por venganza. Completaban el grupo la hija de Pilar, Obdulia de 14 años, y la hija de Valeriana, Heliodora de 2. Nadie sabe bien porqué, al poco de arrancado el camión los falangistas mandaron a las niñas de vuelta a casa, quienes salvaron de esa forma la vida.

Obdulia recuerda con profunda tristeza lo sucedido aquella noche. Algo hizo cambiar de opinión a su ejecutor. 'A unos 200 metros el camión se paró y me dejaron bajar. Hoy tengo 82 años y aún recuerdo a mi madre rezando mientras nos traían hacia aquí'. Heliodora relata que su madre, embarazada de cinco meses, la entregó a Obdulia para que la cuidara, 'si mi madre no me hubiese soltado de sus brazos, también me habrían fusilado a mí'.

Las mujeres fueron ajusticiadas. A Valeriana le abrieron el vientre, le arrancaron el feto, y la rellenaron de hierbas. Los cuerpos quedaron a la intemperie. Como ejemplo y para escarnio. Paula Carrera, de 82 años, recuerda que vio los cadáveres a las pocas horas del fusilamiento, el 30 de diciembre de 1936, y cómo un vecino de Candeleda, que murió 'a causa de una depresión una semana después', fue quien 'los enterró con sus propias manos y puso encima una piedra'. La piedra que sirvió para marcar el lugar y que 66 años después pudieran ser recuperados los restos mortales.

La tragedia obligó a Obdulia a tener que abandonar su pueblo. Dos meses después se fue a vivir a la localidad toledana de Talavera de la Reina, donde reside desde entonces. Obdulia no agradece a los asesinos de su madre que le salvaran la vida. Ni mucho menos. Los odió y los odiará toda la vida. Pero, según cuenta su hija, nunca transmitió ese rencor ni deseos de venganza a sus vástagos.

Heliodora ha tardado más de cuarenta años en regresar a Candeleda, ya que esta 'herida de guerra' nunca le ha terminado de cicatrizar, a pesar de que asegura no tener rencor a los ejecutores de Valeriana. 'Estas exhumaciones tenían que haberse hecho antes; después de 66 años no tiene sentido sufrir el dolor ahora y volver a levantar viejas rencillas'.

A Francisca, nieta de Virtudes, le apena que estos desenterramientos no hayan tenido lugar antes, ya que los hijos de esta víctima de la Guerra Civil lucharon por sacar a la luz su historia. Aunque confía en que los ejecutores se arrepintieran de sus actos. 'De todos modos, no estamos de acuerdo con que el cadáver de Virtudes entre en la iglesia cuando se oficien los actos en su memoria. Nosotros somos cristianos, pero vamos a respetar sus ideas como protestante', declara su nieta.

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