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Cabré rememora la represión franquista en el Pirineo leridano
EL PERIÓDICO DE CATALUNYA - 30/01/2004



Jaume Cabré, el miércoles en la sede del Grup Enciclopèdia Catalana. Foto: MARTA JORDI


'Les veus del Pamano' desentierra uno de los episodios más siniestros de la posguerra

JOAN SAMIT
BARCELONA

Jaume Cabré (Barcelona, 1947) tardó siete años en escribir Les veus del Pamano (Proa), una obra de 700 páginas sobre la represión franquista en el Pallars. Cabré, referencia obligada entre los escritores catalanes de hoy, ha puesto su habilidad narrativa al servicio de uno de los capítulos más siniestros de la dictadura.
Queda mucho por aclarar de esa tragedia colectiva, que el autor ha ido recogiendo paralelamente al afloramiento en toda España de un apremio por recuperar la memoria colectiva. Las fosas comunes son sólo una parte de la cuestión, compartida también por el Pallars.
'La entrada del ejército franquista en el Pirineo fue feroz', asegura Cabré. 'Hubo denuncias y asesinaron a mucha gente. Eso abrió heridas que aún sangran', añade. Ejecuciones sumarias para hacerse con las propiedades de la víctima, asesinato público de adolescentes porque no sabían dónde estaba su padre convertido en guerrillero, alcaldes catalanes de camisa azul y saludo fascista verdugo de sus convecinos.
Todo ello se desarrolla en una tierra de estraperlo, de incipiente especulación, odios y venganzas, ambiciones, heroicidades y cobardías, surcada por comandos falangistas que daban el paseo a todo aquel de quien se sospechara que fuera desafecto al régimen victorioso, y por partidas de maquis que aún alimentaban el sueño de la liberación.

EL PODER
REAL
Aunque el grueso de los hechos narrados se ciñen a las postrimerías de la segunda guerra mundial, la historia se prolonga hasta hoy en un juego malabar hecho de planos temporales que el autor maneja con extraordinaria habilidad. Pero el paso del tiempo no sólo no cierra las heridas ni cambia la correlación de fuerzas: el poder real, más de medio siglo después, sigue en las mismas manos, aunque quienes lo ostentan adoptan posiciones más cautelosas. Sólo han cambiado las formas. No hay tesis en la obra, pero de ella se extrae la conclusión de que el poder acompaña a quienes lo han mantenido siempre, incluida la Iglesia.
Hay personajes que son la encarnación de la maldad, pero ninguno es la bondad personificada. No hay buenos. Sólo algún inocente, como uno de los principales protagonistas, una figura patética y cobarde que, queriendo permanecer al margen, se ve atrapada entre dos fuerzas opuestas y es destruido por ellas. Los personajes y los acontecimientos que se narran son ficticios, pero basados en hechos reales. Esta novela se quedó sin el premio Pin i Soler de Narrativa en noviembre pasado por causas no muy bien aclaradas.