Los 60 de las Pedres d'Auló
El Periódico de Catalunya (10/12/2002)
Soldados republicanos lanzan bombas
de mano desde una trinchera, en el frente catalán.
Un excombatiente de la 'quinta
del biberón' revela la existencia de al menos cuatro fosas
de la guerra civil junto a Portainé
Centenares de soldados republicanos quedaron sepultados en
las montañas del Pallars
ANDREAS GONZÁLEZ - BARCELONA
'Cavábamos entre los abetos un agujero de unos dos metros
y medio por otros dos y medio, y unos tres de profundidad.
Después, depositábamos en él entre 15 y 20 cuerpos, y el metro
que quedaba lo cubríamos con tierra. Con mis manos participé
en cuatro de esos enterramientos, pero seguro que hubo más'.
Pere Jané, excombatiente de la quinta del biberón, aún recuerda
la 'terrible experiencia' que le tocó vivir, con sólo 17 años,
en las Pedres d'Auló, un risco situado a más de 1.700 metros
de altura a medio camino entre la pequeña población de Roní
(Pallars Sobirà) y el Pic de l'Orri, junto a las actuales
pistas de esquí de Portainé.
Las Pedres d'Auló --Peñas de Eolo, en los partes de guerra
franquistas-- y sus inmediaciones fueron escenario de feroces
combates en mayo de 1938, en los que hubo centenares de muertos
por ambos bandos. Los restos de muchos combatientes republicanos
en el Pallars jamás fueron al cementerio, según Jané y otros
biberones como Domènec Gabarró, que también vivió la guerra
en las Pedres d'Auló.
Un muchacho de Bonmatí
'Los cuerpos --explica Jané en conversación telefónica desde
Bogotá, donde se exilió en 1949, procedente de Francia-- se
enterraban siempre en presencia de un oficial. Antes les vaciábamos
los bolsillos en busca de la documentación, para enviarla
a las familias'.
Jané todavía recuerda el nombre de uno de los muchachos que
recibieron sepultura en una de esas fosas, cavada a unos 500
metros de la línea de frente junto a un camino que conducía
de las Pedres d'Auló a la ermita de Sant Joan de l'Erm, bordeando
el Pic de l'Orri. 'Se llamaba Pere Costa, y era del mismo
pueblo que yo, Bonmatí (Selva). Sus papeles se los entregué
personalmente a la familia'.
Josep Costa, el hermano menor de Pere Costa, aún vive en Bonmatí
pero prefiere no remover el pasado: 'Sólo sé que mi hermano
murió en la guerra. Yo era muy pequeño y casi no me acuerdo
de nada'.
Manuel Gimeno subraya que los muertos de las Pedres d'Auló
no son ninguna excepción. Gimeno es autor del libro Revolució,
guerra i repressió al Pallars y organiza desde La Pobla de
Segur visitas a los principales escenarios de batalla de la
zona. Explica que, hasta hace muy poco, era frecuente encontrar
huesos en muchas de las fortificaciones y trincheras que salpican
las montañas de la margen izquierda del Noguera Pallaresa,
desde Sant Corneli, sobre el embalse de Sant Antoni, hasta
Biuse y el Coll de Serelles, encima de Llavorsí. Al norte
de esta población, los combates fueron más esporádicos.
¿Cómo se explica que la mayoría de muertos en combate del
bando perdedor no fueran nunca al cementerio? Gimeno apunta
que, desde que en abril del 38 dos divisiones franquistas
--la 62ª y la 63ª del Cuerpo de Ejército de Navarra-- ocuparon
sin resistencia el Pallars, las fuerzas republicanas quedaron
arrinconadas en las montañas, lejos de los núcleos de población
y las principales vías de comunicación. El exiliado Jané lo
corrobora: 'Desde Sant Joan de l'Erm hasta las Pedres d'Auló
había muchas horas de duro camino. A veces teníamos bajas
porque nos disparaban al acercarnos al frente. ¿Cómo íbamos
a bajar a todos los muertos?'
Esqueletos en Sant Corneli En las posiciones más próximas
a Tremp las bajas también fueron incontables. Gimeno explica
que,
acabada la guerra civil, varios vecinos del Pallars descubrieron
en Sant Corneli la imagen horrible de 'esqueletos de soldados
atrapados en las alambradas que protegían las posiciones franquistas'.
Ferran Torrescasana formaba parte de la quinta del biberón
del 40 y participó en el fallido asalto republicano a Sant
Corneli, que comenzó la noche del 22 de mayo del 1938. 'Fue
un suicidio. Los nacionales lanzaron tantas bengalas luminosas
que parecía de día. Nos descubrieron y tuvimos muchas bajas.
Yo descendí la montaña rodando porque me hirieron en una pierna
y no podía caminar'.
En el Pallars hay otros muchos escenarios de sangrientos episodios
de guerra. El 31 de julio de 1938, unos 300 republicanos murieron
quemados cuando atacaban las posiciones franquistas en Esplà.
'El Noveno Batallón de Zamora repelió el ataque con obuses
incendiarios y ardió el bosque', explica Gimeno. Y cerca de
Roní hubo tantos muertos que se optó por quemar los cuerpos
con gasolina.
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